Las Luciérnagas Solo Mueren en Verano I
“(Estás Escuchando… Onda Kadomoni. La emisora neural más
escuchada de todo Kadon III, presentada por la neuroestrella más popular del
sistema…)
¡Kain C. Verelat!
-¡Yoh yoh yoh! ¡Otro día más para escalar
hacia el paraíso, cabrones! ¡ Sib K. informando directamente a vuestras cabezas
desde estudios 1 en el jodido Jardín Verde, en el pilar número 3!-
(Este programa está patrocinado, producido y dirigido por SILVA
comunicaciones. SILVA: Conectando el Futuro.)
-¡Iniciamos nuestro repaso diario a la
actualidad con una noticia bomba! ¡Kural II ha caído! Sí, amigos… ¡Nuestros
chicos de Nodoimperio nos traen esta exclusiva que ahora mismo quema más que el
culo ardiendo de la FVU al abandonar ese puto planeta! ¡Reddie Ainzel, nuestra
reportera maciza nos informa de más! ¡Dentro Reddie!-
- ¡Reddie Ainzel informando desde el centro
Imperial de la meseta Polaris, Sib K! Efectivamente me encuentro en lo alto del
centro de mando imperial con el general Alexandr Brent. El general, después de
llevar a las tropas a la victoria, ha accedido a hablar con nosotros para
explicarnos cómo se siente. Desde Onda Kadomoni le agradecemos mucho esta
entrevista exclusiva, adelante general.-
-Aquí el general Brent, comandante de las
tropas al servicio del Emperador en Kadon III. Me alegro de volver a estar en
tu programa, Kain.-
-¡Y nosotros de que haya podido venir una
vez más, general! ¡Cuéntenos! ¿Cómo de fácil ha sido romperles el culo a los
Federados?-
-Kain, el enemigo ha presentado una fuerte
resistencia pero al final no han tenido nada que hacer. Las bajas en nuestras
fuerzas han estado un 25% por debajo de lo esperado y hemos expulsado a los
invasores ocho ciclos imperiales antes del tiempo determinado por el emperador.
Ahora, nuestras fuerzas se reagruparán tras un pequeño descanso e iremos a dar
guerra a la Federación en Kural IV.-
-¡¿Ocho ciclos antes?! ¡Me deja duro como
pasta de combustible sombrío, general! Y eso quiere decir… ¡Que tenemos un
ganador de la porra imperial por Kural II! Un único acertante que se lleva la
cantidad de…-
(Enhorabuena Kan Menis, ciudadano de Tercera Clase del sector de
Reciclaje la ciudad de Revall Primaris. Has ganado 1.000.000 de Méritos
Imperiales cortesía de Silva Comunicaciones y el Emperador Alleus.)
-¡UN MILLÓN DE CRÉDITOS IMPERIALES! ¡Enhorabuena,
maldito bastardo! ¡Espero que se te atraganten!-
-Enhorabuena Ciudadano Menis. El
decimocuarto ejército Imperial le felicita también por su habilidad de cálculo
estratégico o su maldita suerte.-
-Las dos igualmente importantes, general.
Ahora si me disculpas K. despedimos al general Brent y nos acercamos a
entrevistar a alguno de los soldados…- “
¿Sabes Sel? Las luciérnagas solo
mueren en verano…
Abrí los ojos, tomando conciencia de mi
misma. Enfocando lentamente a mi alrededor para darme cuenta de que estaba
rodeada de una montaña de chatarra. A mi espalda, el metal se había doblado por
el impacto de la caída formando un pequeño cráter.
Es necesario que me levante.
Moví las piernas para comprobar su buen
funcionamiento y lo hice, sin usar los brazos ni la espalda. La montaña ocupaba
gran parte de un desaguadero usado en la estación de lluvias, porque en este
planeta una sola tormenta puede destruir una ciudad.
Y el agua que cae del cielo es peligrosa.
La rueda neural se había detenido en una
emisora vocal llamada Onda Kadomoni. En aquel momento, una voz femenina hablaba
con un soldado del décimo cuarto ejército. El décimo cuarto ejército es la
división militar más reciente del imperio Victo, posee medio millón de
efectivos adiestrados y está especializado en la guerra de desgaste.
La información llegó a mí de forma
instantánea, toda ella procedente de la rueda neural y en apenas 0,1 segundos
ya tenía la certeza de que no había ni una sola división militar desplegada en
la ciudad de Ispera en la que me encontraba. No existían tampoco alertas de mi
presencia ni ningún tipo de movilización.
Un trueno resonó en el desaguadero como una
descarga de artillería de advertencia; según los informes de meteorología de Kadon III… quedaban dos horas, diez minutos y
dieciocho segundos antes de que la tormenta alcanzase la ciudad. En diecinueve
minutos y treinta segundos desde su comienzo, el desaguadero se llenaría y
procedería a su vaciado.
Para entonces debía estar fuera de aquel
lugar.
Es necesario que abandone este lugar.
Con movimientos fluidos y constantes
descendí por la empinada montaña hasta su base, usando el escáner neural para
calcular la inestabilidad de cada fragmento del montón de escoria arrastrado
por las últimas lluvias. Decidí salvar de un salto los últimos 5,25 metros de
caída hasta el fondo lleno de agua estancada, donde aterricé limpiamente.
El agua turbia por el polvo de rocas estaba
totalmente saturada de neradio: el elemento que convertía las tormentas de
Kadon III en un fenómeno letal. Un cuerpo humano convencional apenas podía
durar un par de minutos nadando en aquellas aguas pero yo no tenía que
preocuparme por su letal composición.
53 metros más arriba en dirección suroeste
cinco figuras descendían hacia el fondo por cuerdas sintéticas finas como
alambres. Tras descolgar y asegurar las cuerdas se agruparon en torno a las
barandillas de las terrazas que usaban los técnicos para comprobar el estado de
los desaguaderos.
Su movimiento era errático y uno de ellos
jadeaba. Descarté en ese momento que fuesen miembros de algún cuerpo de
seguridad.
Tras perder unos preciosos segundos
enfocaron las luces de sus cascos hacia el agua y la montaña de escoria,
trazando barridos bien organizados. Me estaban buscando.
Debería dejar de moverme.
Y eso hice, dejando que el agua me cubriera
por completo.
Pasado un minuto y dieciocho segundos las
figuras se relajaron y empezaron a hablar.
-Oye, Gordo. ¿Qué estamos buscando exactamente?
Porque yo solo veo un montón de mierda inservible y el medidor de contaminación
se está volviendo totalmente loco al tocar el agua.-
El receptor del mensaje no tardó en
contestar: un varón con voz grave y amortiguada tras un casco.
-Aquí el bueno de Becco ha detectado una
lectura energética de escudo personal de clase 5. Si nos hacemos con él,
conseguiremos méritos suficientes para salir todos juntos de forma legal de
Kadon III.-
Otra de las figuras, probablemente el tal
Becco confirmó la información anterior:
-Exacto. Aunque cobrando en créditos nos
darían una cantidad mucho mayor. Pero Gordo cree que si jugamos limpio nuestros
expedientes quedarán cerca de estar limpios.-
-¿Y eso por qué?- Preguntó una voz femenina
con interés mientras examinaba con su foco la parte baja de la montaña de
escoria.
-Por eso de devolver tecnología
experimental ilegal al imperio. Los personales de clase 5 son algo disponible
solo a nivel de prototipo y no deberían salir de un laboratorio.- respondió
Gordo inclinándose fuera de la barandilla quedando sujeto a esta por una pinza
autónoma.
Entonces solo buscaban mi escudo personal.
Eso podía jugar a mi favor a la hora de salir de aquí.
Debería subir a la superficie.
Me aseguré de chapotear de forma
convincente pero no hizo falta, los seis focos me apuntaron al instante al
mismo tiempo que cuatro armas cortas clase blaster.
-¡Alto!- indicó el líder semisuspendido con
un gesto. –No es más que una niña-
Deslizarme en sus ruedas neurales fue
cuestión de menos de 2 segundos. Lo que descubrí en su interior no me
sorprendió.
Gordo Engino, Becco Zero, Nas, Gil Nevew y un perfil borrado.
Todos ciudadanos de código blanco: descastados, parias, mendigos, criminales
reincidentes, chatarreros y saqueadores./ Antiguos afiliados mineros de la
corporación Nurm ahora convertidos en buscavidas descastados.
Gordo: Apuntadle en todo momento.
Posiblemente sea una “celeste”. Gil, conéctate a su rueda y desactiva la
seguridad para extraer el escudo.
Nas: ¿Una celeste? ¿Aquí? ¡Eso es
imposible!
Gil: Necesito entrada física, mi rueda no
puede penetrar el anillo de una celeste a distancia.
Becco: Si es una celeste tenemos que darnos
prisa, Gordo. Olvídate del escudo personal, necesitamos decidir si la vendemos
a algún chalado que tenga un doctor que pueda quitarle la injerción.
P.B: Odio ser yo quien traiga la cordura
pero… ¿No tendrá a todos los cascos de la ciudad buscándola? Quítale el escudo,
borra su rueda y salgamos de aquí de inmediato.
Gil: Tiene razón, media ciudad tiene que
estar tras ella. ¡Súbela, le rompo la rueda y nos largamos!
Gordo: ¡Callaos! ¿No os dais cuenta de que
esta puede ser nuestra oportunidad para cambiar por completo nuestra vida? No
hay nadie buscándola porque si se hubieran dado cuenta de su ausencia ya
estarían aquí. Tenemos delante nuestra un caramelito de esos que solo se
presentan una vez y vosotros estáis pensando en huir como cobardes…
Nas: O para perderla, Gordo. Como sea hay
que subirla de una vez…
-¡Eh, tú! Tranquila, venimos a sacarte de
aquí. Toma; ¿puedes subir?- me preguntó arrojándome la cuerda. Detecto cierto
tono de emoción en su voz.
No era necesario responder así que me
limité a subir con fingida torpeza hasta la barandilla. Dos de las figuras me
sujetaron con suavidad.
Sujetar no es una agresión/Debería hablar si me preguntan algo.
Nas: La tengo. ¿La has agarrado bien,
Becco?
Becco: Afirmativo. Rodeadla pero dándole
espacio, no queremos que se ponga nerviosa.
Gil: Si de verdad es una celeste, eso no
explica cómo es que una niña tiene en su poder un escudo personal como este.
El hombre que parecía más grande que los
demás me alzó sin esfuerzo y me colocó en la terraza, los otros saqueadores me
dejaron espacio y el líder tras retirar la pinza de agarre se acercó a mí
cojeando ligeramente. Sus ropajes sucios de aislamiento, con marcas de cieno
verdoso rico en neradio y la capucha de
fibra plástica me confirmaron su procedencia:
Carne de mina de estratos, posiblemente antiguos mineros en
busca de una vida mejor/Debería mantener mi iniciativa al mínimo.
El hombre hincó una rodilla en el suelo
para colocarse al nivel de mi cara, no podía ver su rostro pero su perfil
neural indicaba: piel cetrina, marcas de dermatitis aguda por exposición a
compuestos irritantes, un ojo aumentado pagado a un doctor con méritos cuando
era capataz y ausencia de dientes sustituidos por un comunicador vocal.
-Tranquila pequeña, solo somos unos
ciudadanos preocupados que han venido a ayudarte.- Comenzó con un tono
conciliador y grave con un punto metálico que delataba el uso de un comunicador.
Gordo: Gil, prepara el aguijón para la
entrada. El resto, nada de movimientos bruscos hasta que no baje la guardia.
P.B: Si es un sistema de seguridad código
celeste haced el favor de bajar las armas, con estos modelos no tenemos nada
que hacer.
De manera disimulada, el hombre de mi
espalda que respondía al nombre de Gil extrajo el fino cable de su nuca que
terminaba en un pequeño gancho color dorado.
-Bien, tengo que hacerte unas preguntas y
tienes que contestar con la verdad. Porque si no lo haces, no podremos llevarte de vuelta a tu hogar y
tiene que ser rápido porque tenemos casi una encima una tormenta. ¿Entiendes lo
que te digo?-
Era evidente que trataba de atraer mi
atención para que su compañero me clavase el aguijón para romper el anillo de
seguridad de la rueda neural.
La intención de agresión no es una agresión si los cálculos
indican un porcentaje de amenaza del 0%.
No era necesario responder así que
simplemente asentí. El hombre ocultó el aguijón bajo su mano, su lenguaje
corporal me indicó que pretendía dar un paso.
-Muy bien, comencemos por algo sencillo:
¿Eres un ciudadano de código celeste?-
Sus canales neurales se silenciaron durante
un instante.
-No, no soy un ciudadano de código
celeste.-
P.B: 100 créditos a que es amatista, eso
explica por qué no tiene a todos los cascos tras ella.
Nas: Suponiendo que nos haya dicho la
verdad.
Gil: Ningún amatista podría llevar un
escudo personal clase 5, nos está mintiendo.
Gordo: Creo que Gil tiene razón.
Con cautela, el líder acerco una mano
enguantada y al no apreciar reacción negativa por mi parte la puso en mi
hombro.
-¿Seguro? ¿Entonces eres un código
amatista?-
-No, tampoco soy un código amatista en el
registro de ciudadanía imperial.-
Becco: Pues azul no es, ni tampoco verde.
No entiendo nada.
Nas: Tiene que estarnos mintiendo a la
fuerza pero su lenguaje corporal no revela nada.
Gil: Tengo el aguijón listo, jefe.
¿Procedo?
P.B: No detecto ninguna patrulla de cascos
a 1,5 km estables.
Gordo: Espera un momento, voy a probar una
cosa más.
Nas: Rompámosle la rueda, cojamos el escudo
y salgamos de aquí.
Un leve tono de irritación apareció en la
siguiente pregunta del líder.
-¿Entonces qué código de ciudadano eres?
Estamos arriesgando nuestra vida para poder devolverte a las autoridades así
que… ¿No nos estarás mintiendo?-
La mujer que respondía al nombre de Nas se
impacientó.
-Si no nos dices la verdad nos marcharemos
y la tormenta te alcanzará. ¿Es lo que quieres?-
P.B: Hay algo que no me encaja aquí: está
demasiado tranquila.
Gil: Si es una celeste tiene motivos.
Gordo, voy a proceder.
Un símbolo de pulgar hacia arriba de su
líder lo autorizó al instante. El aguijón se clavó en el orificio circular de
mi nuca y al instante el virus que contenía atacó mi anillo.
Sistema de seguridad bajo ataque/ Fuerza del ataque 12-100/ Desactivando
anillo externo/ Desactivando respuesta del anillo interno/ Desactivando escudo
personal.
Gil: Primer anillo desactivado, escudo
desactivado. Nivel de seguridad celeste.
Nas: Puta mentirosa… pártela en dos.
Gordo: Sujetadla.
Tres pares de manos enguantadas me
agarraron al instante. Desde atrás la mujer me encañonaba con su arma.
-Esto podía haber sido mucho más fácil pero
por mentir nos has obligado a hacerlo por el camino difícil.- Dijo el jefe
acercando su rostro al mío.
-No te preocupes, en cuanto te quitemos ese
escudo personal que ya no puedes usar, después te romperemos la rueda y te
dejaremos en la ciudad.- se burló la mujer tan claramente que ni siquiera tuve
que interpretarlo.
Amenazar no es una agresión/No debería defenderme.
El virus atravesó el anillo externo para
llegar el intermedio y sondeó todo el sistema para encontrar algún punto débil.
En un caso normal, aquel devorador podía dejar a un ciudadano medio sin memoria
ni red neural en poco menos de una hora...
Pero mi caso no es uno normal.
Gil: Imposible… chicos tenemos un problema.
Gordo: ¿Qué pasa?
Gil:…
Nas: Sí, no te hagas el interesante. Dinos
qué demonios pasa.
P.B: Algo no va bien… ¿Gil?
Pero el saqueador no respondió, se limitó a
compartir el informe del virus devorador en una pequeña interfaz amarilla que
indicaba el tiempo restante para romper el anillo con números en blanco.
Becco: Imposible…
Nas: Pero que hostias…
Gordo: Gil, dime que es un fallo informático.
Dime que esa cifra no es real.
P.B: La diagnosis no ha terminado todavía,
sigue subiendo…
Durante un instante se hizo el silencio en
el hilo neural mientras todos observaban como la cifra alcanzaba los tres
millones de años y seguía subiendo a toda velocidad.
La pinza del líder apresó mi cuello y con un giro me aplastó contra la
pared. El saqueador se levantó y se acercó aplastando su casco contra mi nariz.
-¿Te haces la dura, eh? No te preocupes, en
casa tenemos aparatos para hacer esto mucho más fácil.-
Conclusión del cálculo de daños: 0,0000001 %/ Reparación
automática garantizada.
Empujar sin infligir daño no es una agresión/ Desactivando sistemas
de respuesta autónomos.
Gil: Gordo… ni en casa ni en el planeta
dudo que exista algo capaz de romper un anillo con este nivel de seguridad.
Aquel sujeto, Gil, me pareció el más
inteligente de todos ellos. Eso podía suponer un problema en mi empeño por
mantener mi engaño activo.
-¡Por favor, señor! ¡No me haga daño!-
rogué fingiendo que me retorcía agarrando la pinza para tratar de apartarla.
-¡Cállate!- me gritó la mujer que respondía
al nombre de Nas. En respuesta, la imagen de mi máscara neural comenzó a llorar.
P.B: Esto lo cambia todo. Si no podemos su
seguridad pero el escudo está desactivado… ¿Qué podemos hacer?
Becco: Podemos jugar a ser más rápidos que
ella. ¡Bam! Un solo disparo entre los ojos y la abrimos hasta dar con el
escudo.
Gil: Es una idea fantástica pero no sabemos
realmente qué clase de sistemas de seguridad posee y si puedo me gustaría no
llevarme el recuerdo de una niña asesinada a casa.
P.B: Pues gírate y no mires. ¿Es que la
vida de una celeste vale más que nuestra libertad?
El hombre del perfil borrado hizo un gesto
de levantar ligeramente el arma. Lo hizo
de forma tan sutil que si realmente hubiese estado asustada no me habría dado
cuenta.
Pero el jefe de los saqueadores lo percibió
de alguna forma y se movió para cubrir mi cabeza expuesta sin soltar el agarre.
Gordo: Todo el mundo quieto. Y el siguiente
que me interrumpa mientras pienso sí que se va a llevar un tiro en la cara.
Nas: Si sigues pensando mucho tiempo, todos
acabaremos pensando ahogados.
Becco: Nas tiene razón, Gordo. Decidas lo
que decidas, tiene que ser ya.
Gil: No podemos romper su seguridad, ni
podemos extraer su escudo sin matarla o sin que un doctor la abra y trate de
quitarle la injerción. Solo nos queda entregarla a las autoridades imperiales y
pedirle al emperador que nos recompensen en méritos.
Nas: O podemos, de acuerdo con el plan,
quitarle el escudo, tirarla al desaguadero y cobrar un inmenso montón de
créditos. A mí me parece un plan sin fisuras la verdad.
El líder se incorporó dejando de cubrirme y
se giró hacia el resto de saqueadores. El canal de comunicación neural se
silenció al instante y el hombre habló usando su comunicador vocal.
Tal vez para tranquilizarme.
-Esto es lo que vamos a hacer: Nos la
llevamos, salimos de aquí y la llevamos al puesto de cascos más cercano. Gil,
tú te quedas con ella, la entregas, cobras la recompensa y vuelves al agujero.-
Gil asintió y lanzó un escueto “entendido”
por el canal neural. La frustración de la mujer y el hombre con el perfil
borrado era palpable.
Al instante abrieron un canal privado con
el líder.
Nas: Espero que sepas lo que haces Gordo.
P.B: Sí, porque si Gil nos vende sabremos a
quien culpar.
-Movámonos- se limitó a ordenar el líder
acoplando el cinto tractor a su cuerda. Los demás saqueadores lo imitaron y
comenzaron a subir con un zumbido tenso. El líder se giró hacia mí antes de
seguirlos.
-Voy a soltarte. Agárrate a mi espalda y no
hagas ninguna tontería, porque si te sueltas ni tu escudo podrá salvarte. Antes
de que te des cuenta estarás de nuevo en casa, si haces lo que te digo.- Era
mentira y él lo sabía pero creo que creyó que podía amedrentarme con eso.
Por un momento consideré la posibilidad de
protestar pero la deseché: aquellos saqueadores solo querían encontrar una
forma de canjearme por su libertad. Eso podía entenderlo y respetarlo. Yo
también estoy buscando mi libertad, ese sentimiento que todos dicen que los
nuestros no pueden aspirar ni comprender.
Pero no podía dejar que me entregasen a la
autoridad imperial. Aunque no fuese una agresión, aunque no pudieran dañarme…
No podía consentirlo.
El saqueador activó el cinturón y
comenzamos a ascender lentamente. La terraza de hormigón del desaguadero fue
haciéndose más pequeña, hasta que un par de manos me alzaron del enorme hueco
alargado y me depositaron en el exterior.
El viento cargado de polvo rugía con fuerza
agitando las prendas de los saqueadores y mi pelo largo. Los escudos personales
de todos ellos crepitaban cuando pequeños fragmentos de roca neral impactaban
contra los trajes aislantes. Cuanto más se acercase la tormenta, mayor sería la
fuerza del viento y la cantidad de sedimentos arrastrados por el vendaval.
Escudos de clase 1, probablemente de segunda mano. No pueden
siquiera detener un proyectil estándar/Debería permanecer a la espera.
La ciudad de Ispera se elevaba hacia el
este en una gigantesca estructura piramidal provista de kilométricos mamparos
inclinados, que protegían el interior de las frecuentes tormentas ricas en
neradio. El desaguadero en el que había caído estaba casi en la base de la
ciudad, cercano al distrito industrial minero de donde había sido arrastrada
toda aquella chatarra.
Cuanto más tiempo pasara antes de la
llegada de la tormenta, más descenderían los mamparos de protección hasta
sellar el interior por completo. Condenando a muerte a cualquier ser vivo que
permaneciese en el exterior.
Rodeando la ciudad, un páramo desolado y
muerto se extendía hasta donde alcanzaba mi vista. Nada podía crecer en un
entorno tan saturado de neradio y otros elementos pesados. Y en el caso de que
hubiera podido hacerlo, nada podría soportar los deshechos de la actividad
minera que era el motor que movía la economía del planeta.
Fuera de las ciudades como Ispera, Kadon III
era un planeta totalmente muerto
Queda 1 hora, 42 minutos y 26 segundos para que la tormenta
alcance la ciudad de Ispera/ Estimadas las primeras precipitaciones bajas en
neradio en 45 minutos con un margen de error del 3%./ Velocidad del viento
actual: 72 km/h
Los saqueadores desanclaron las cuerdas de
los agarres de vacío en silencio y se acercaron a un vehículo oculto bajo una
malla de camuflaje gris. El vehículo perfectamente visible a ras de suelo pero
eran los medios de vigilancia aérea lo que los saqueadores querían burlar.
Gordo: ¿A cuánto está el puesto de cascos
más cercano?
Gil: A 12 km en el bloque de fundiciones y
procesados.
P.B: Territorio Nurm…
Nas: Si los buitres de Nurm nos detectan
querrán sacar tajada. Y no pequeña…
Becco: Podemos rodear el bloque desde el
norte. No es territorio corporativo y podemos movernos con mayor facilidad.
Gordo: El borde norte está demasiado lejos
y no podríamos regresar al agujero a tiempo, iremos por Nurn. Los buitres no
nos verán si vamos cerca de los pozos de fundición.
Gil: Eso va a ser difícil. Los pozos no
están vigilados por una buena razón…
Mientras hablaban destaparon el vehículo
revelando un blindado arácnido minero con la pintura arrancada y teñida de
verde por los residuos de polvo de neradio.
-No es un palacio flotante pero es funcional.-
me explicó el líder empujándome con suavidad hacia la escotilla inferior.
–Arriba-
A pesar de su orden no me moví. Ya estaba
fuera del desaguadero y, aunque me había divertido con su compañía, era el
momento de separarme de ellos.
La mano del hombre imprimió mayor fuerza
tratando de empujarme sin conseguirlo.
-¿A qué estás esperando?- gruñó antes de
darme un fuerte empujón con ambas manos que tampoco tuvo éxito.
Los otros saqueadores dejaron su
conversación neural de lado para acercarse.
-Lo siento pero no voy a ir con vosotros.-
respondí sin darme la vuelta, con la mirada fija en la desolación del
horizonte.
-¿Y qué te hace pensar que tienes otra
opción?- Se burló la mujer en voz alta.
La
voz del líder sonó más grave y seria detrás de mí. La pinza autónoma estaba
abierta y aguardando la orden, mientras
su mano izquierda reposaba encima de su pistola enfundada.
-Nas tiene razón. Estás demasiado lejos
para llegar a ningún lugar desde aquí sin un vehículo y ninguna patrulla de
cascos vendrá a buscarte. Además de que no hay escudo que aguante una tormenta
de neradio sin ningún tipo de refugio.- La pinza chasqueó amenazadoramente, en
posición para apresarme de nuevo. –Acéptalo, somos tu única esperanza de salir
con vida y volver con tu familia- al terminar las palabras la pinza se cerró de
nuevo sobre mi cuello.
Gordo: Todo el mundo adentro, Nas prepara
el arranque. Yo me encargo de esta cría.
Gil: Asegúrate de no dañarla o nos harán
responsables de sus heridas.
P.B: Se ha caído desde varios kilómetros de
altura, creo que un par de magulladuras es lo menos que pueden esperar. Gil,
ayúdame con los brazos, tenemos que ajustar el agarre para no cargarnos nada
por el camino.
Becco: El viento se vuelve más fuerte a
cada minuto ¡Daos prisa!
Los saqueadores treparon por la escalerilla
y comenzaron a poner a punto el vehículo mientras en el exterior, el viento
arreciaba haciendo ondear mi pelo y las sucias ropas del líder que esperaba a
que avanzase mansamente.
-No tengo familia y no puedo dejar que me
llevéis a ningún puesto de autoridad imperial. Te pido por favor que me lleves
hasta el refugio más cercano o me permitas marcharme.- Le expliqué dejando de
lado mi papel de niña asustada.
Ya no tenía sentido seguir fingiendo.
La pinza me elevó sin que yo hiciera ningún
esfuerzo para detenerla, dejando mis pies flotando a 30 cm del suelo y el
saqueador puso su mano derecha sobre la enfundada pistola artesanal que supongo
usaba como arma.
En lo poco que lo había conocido, aquel
hombre era inteligente. No tan inteligente como el saqueador que había tratado
de romper mi seguridad pero más inteligente que el resto.
Y podía deducir que había algo en mí que no
le gustaba en absoluto.
-Otra mentira más y conocerás mi lado menos
amable. Eres una ciudadana de clase celeste, lo más alto que existe en el
registro imperial y hasta un sucio minero como yo sabe que no hay nadie de
rango celeste que no pertenezca a una familia terrateniente o directiva de una
corporación. – Me amenazó con claro desprecio mientras avanzaba hacia la escala
del vehículo.
-Cuando subamos- continuó- Estarás el resto
del trayecto en silencio y sin hacer ninguna estupidez hasta que estemos a
salvo de la tormenta. Si no lo haces…-
Las autoridades imperiales son una potencial agresión/ Tener
intención firme de entregarme a las autoridades imperiales es una potencial
agresión/ Las agresiones no serán toleradas.
Activando nivel 1 de defensa: Reducción no letal.
Alcé las manos hacia la pinza
interrumpiendo su charla y abrí lo suficiente el mecanismo para soltarme sin
apenas esfuerzo. Giré sobre mi misma usando el pie derecho y agarré el mástil
del implante lanzando al saqueador más de seis metros hacia la derecha, donde aterrizó de espalda.
El líder de los saqueadores permaneció
inmóvil durante cerca de tres segundos antes de desenfundar su arma y apuntarme
sin abrir fuego por puro instinto.
Estaba tan sorprendido que ni siquiera usó
el hilo neural.
-Te lo advertí- le dije encogiéndome de
hombros mientras avanzaba hacia él de forma tranquila.
Sin dejar de apuntarme trató de levantarse
pero la pierna inclinada en un ángulo poco natural se lo impidió.
-¡Zorra aneural! ¡Me has ro… la pierna!- La
respiración rota por el dolor interfería en el comunicador bocal, entrecortando
el mensaje.
-Sí, quiero reducirte para que no puedas
interponerte en mi camino.- Expliqué –Pero no quiero matarte. Si lo deseas
puedo llevarte hasta el vehículo para que tus compañeros te asistan pero de una
forma… u otra llegaré a un refugio antes de que empiece la tormenta.-
Me ofrecí a ayudarle tendiéndole la mano a
unos pocos metros. Pero como ya he explicado: Era un hombre inteligente.
Lo suficiente para deducir qué era de forma
errónea.
Detrás de la máscara de protección minera
estándar marca Nurm sus ojos debieron de abrirse al máximo de su capacidad. Así
lo supongo porque las manos que sujetaban la pistola empezaron a temblar.
Gordo: Salid todos de aquíLO másrápido que
podáis.
Sel J:
Lo siento, he cortado el hilo neural con ellos. No quiero, al menos si puedo
evitarlo, matar a ninguno de vosotros.
Gordo: Has intervenido todasas
comunicacionesdesde el principiosin que ni siquiera Gil se diese cuenta…
Sel J:
Por eso te estoy agradecida por no considerar en ningún momento entregarme a
ningún doctor. Según tu historial no eres un buen ser humano pero tampoco eres
peor que la media, por eso quiero ayudarte a que llegues sano y salvo a tu
hogar. Confía en mí, no quiero matar a ningún humano si puedo evitarlo.
Gordo: Maldito monstruo… ya me has matado…
solo que no lo sabes.
Disparó.
Era una bala estándar de seguridad de Nurm
que rebotó contra el escudo antes de caer al suelo completamente aplastada.
En mi máscara neural apareció una sonrisa.
No decepción ni de furia si no de comprensión al entender su derecho a
defenderse.
Sel J:
¿A qué te refieres?
Pero no respondió. Se limitó a descargar
todo el cargador sobre mí tratando de alejarse sobre la pierna sana. Dos de los
disparos impactaron en el chasis del vehículo sin producirle ningún daño.
Las otras corrieron la misma suerte que la
primera.
Sel J:
Ninguna bala que tengas en ese arma puede hacerme nada. Y mi oferta de llevarte
a un lugar seguro sigue en…
Una ráfaga de una veintena de balas tañeron
contra el escudo en mi costado derecho y sin volverme vi como la mujer llamada
Nas recargaba un subfusil estándar de Nurm.
Nas: ¡Gordo está en el suelo y el objetivo
tiene activado el escudo! ¡Becco necesito ayuda para rescatar a ese imbécil!
Sel J:
Lo siento, no puedo permitir que me impidáis alcanzar un refugio antes de que
comience la tormenta. Coge a tu jefe y marchaos porque si volvéis a dispararme,
me veré obligada a defenderme por simples principios.
Gordo: Nas… ha intervenidolas
comunicaciones desde el principio y mi trajetiene una fuga. ¡Coged el cangrejo
y salid de aqueí ahora mismo! ¡Es una…!
Lo sentimos pero es imposible establecer comunicación con el
contacto neural establecido. Por favor, revise si su sistema neural está
actualizado o contacte con el departamento de seguridad de SILVA comunicaciones
mediante un sistema neural externo para una revisión.
SILVA : Conectando El Futuro
Sel L:
Lo siento de veras pero no puedo permitir que digas nada más. Sé que el
envenenamiento por neradio es duro y con una sintomatología grave pero puedo
poner fin a tu sufrimiento si quieres. Por otra parte, tengo que pedirte
disculpas por ni haber tenido en cuenta tu traje de aislamiento a la hora de
calcular la fuerza necesaria para incapacitarte. Lo tendré en cuenta si tengo que incapacitar a tus compañeros.
El líder de los saqueadores colocó otro
cargador en su arma en respuesta.
La mía fue encogerme de hombros y detener
la pinza industrial del vehículo que intentó aplastarme, con ambas manos. El
mecanismo rechinó con fuerza mientras la presión capaz de romper rocas sin
esfuerzo aumentaba cada vez más y más.
Ambos saqueadores descargaron el cargador
sobre el escudo y una segunda pinza me golpeó en el costado lanzándome por los
aires una decena de metros. Corregí la trayectoria en el aire para aterrizar
sobre una rodilla de forma elegante.
Calculando balance de daños… daños al 1%/ Reparación en 00:10
minutos/ Agresión detectada/ Activando respuesta…
Activando nivel 2 de defensa: Cese de posibilidad de Respuesta.
Protocolo: Maya
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