Los Cuentos del Mago Tesledo y la Dama Blanca (II): El Precio del Alma (Primera Parte)
El paso del atizador sobre las brasas del hogar de la baiuca dejó un rastro de brillantes ascuas anaranjadas que destellaron unos instantes antes de convertirse en cenizas. Pensativo. El bardo de ojos llameantes hizo un par de heridas más profundas en la lumbre y devolvió el instrumento a su lugar, en el borde de la chimenea. El humo del hogar, arrastrado por el fuerte viento de la tormenta, emanaba en una hipnótica columna en la que solo Grumo parecía haber reparado. -¿Quién sabe que extraños enigmas intercambia el fuego con el poderoso rayo que gobierna la tempestad?- reflexionó el joven absorto en el baile del humo y las llamas que rodeaban el grueso caldero donde se cocinaba la cena. A su lado, la rolliza figura de Brego de Muiñofrío añadía un puñado de cebollas al hirviente caldo lanzándole otra de sus miradas ocasionales cargadas de una profunda inquietud. Y no era el único. A medida que habían pasado las horas, la maravilla y el dolor prendidos en el corazón de los aldeanos ...